11 de Febrero del 2022 | |
Finlandia | |
Atomic Fire Records |
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Progressive Metal |
Amorphis siempre será una banda que la tendré al lado del corazón todo el tiempo, ya que desde aquel “The Karelian Isthmus” (1992), todo crudo y clásico de la época de los 90s. Esta banda supo álbum tras álbum encontrar detalles personales que comenzaron en “Tales from the Thousand Lakes” (1994), de ahí con “Elegy” (1996) y “Tuonela” (1999) consolidar todo, y ahora con 15 álbumes bajo la manga, incluyendo este “Halo”. Su música sigue esos mismos patrones personales, folclóricos y progresivos que son de lo mejor. Y esta nueva producción no está absente de ese desarrollo, y la única diferencia que vas a encontrar en este nuevo álbum, es que este sea el cierre de la trilogía que inicio en “Under the Red Cloud” (2015), además de ser obvio que tiene muchas dosis de discos pasados, donde alguna vez Esa Holopainen dijo que esta trilogía será la nueva faceta de la banda, pero es imposible negar un recorrido y un trayecto, porque de los tres álbumes de esta trilogía, este es el que más bebe de sus influencias pasadas.
Para mi cada álbum nuevo de Amorphis es un desafío personal, de poder ver hasta donde puede llegar esta banda álbum tras álbum, porque es una de las pocas dentro del mundo metalero desde los 90s que en cada nueva producción siguen siendo interesantes, contundentes, originales y con muchas más cosas que decir, y este “Halo” no es la excepción. Y el detalle a resaltar dentro de este nuevo álbum, es que canciones como “Northwards”, “On the Dark Waters” y “The Moon”, beben fuertemente de influencias pasadas en su discografía, donde esos teclados al estilo Deep Purple de toda la vida se hacen presentes, el doble pedal más acelerado con riffs fuertes para su música, son vigorosamente metaleros y que los pone nuevamente en el ojo de ese sonido duro que esperabas de ellos en algún momento. De ahí la magia de mezclar nuevas ideas progresivas en “Windmane” con partes psicodélicas, rock and roll y esos estribillos folclóricos de toda la vida, son lo mejor. No existe pierde en cada instante, y finalmente colocarle una parte abstracta y de progresismo crudo y rancio en segundos, elevan nuevamente su poder compositivo.
“A New Land” me regreso en el tiempo a nivel general, ya que por segundos estaba escuchando una canción del “Elegy” (1996), y hasta los arpegios folclóricos tienen esa fuerte influencia de la banda de aquellos años, con una producción mejorada y con un Tomi incansable en todo momento con guturales y voces limpias. De ahí cuando entra a los parlantes “When the Gods Came”, tengo que decir que es el tema corazón del disco, porque los teclados ya no tienen ese sentido psicodélico de los 90s, sino presentan una idea más pomposa y de mayores magnitudes que se nutren de armónicos entre las guitarras y batería marcial. De ahí todas las estructuras cambian completamente y se tiene a un nuevo Amorphis por muchos instantes, porque Tomi empieza a usar variedades en las voces limpias, con esa ternura y pasividad en momentos de bastante energía, y eso produce por segundos un placer inmenso.
“Seven Roads Come Together” es de corte recontra conocido en su música, teclados, ritmos, batería acelerada, partes progresivas intensas, luego todo comienza a ser más rápido mientras avanza la canción, y esta vez en cada tresillo del doble pedal en vez de solo colocarle un teclado psicodélico, la banda decide color otro fondo sinfónico y todo suena muy distinto a lo de antes, y esos armónicos a nivel general suenan increíblemente geniales, y pensar que son las mismas notas de los piques de guitarra en solo teclas de distintos efectos. Luego con “War” y la homónima “Halo” sigue con partes aceleradas, donde tengo que resaltar el trabajo de Jan Rechberger en la batería, ya que esta vez es quien toma mayor protagonismo en todo el álbum, e inclusive se puede llegar a pensar que todo el disco esta pensando en que la batería sea la más potente que la banda haya hecho en años, y que tenga esa idea de cerrar esta trilogía.
Llegando casi al final se tiene “The Wolf” que bebe de influencias blackers (si, como lo lees y muchas veces lo colocaron en el pasado), y lo interesante de esta canción es que parece todo acelerado e inclusive los tempos de los riffs son cortantes, y los cambios de ambientes y texturas reflejan algo más seco, no con la usual melodía viajera que tienen las canciones de Amorphis, sino con la idea de darte un lapo en la cara, y de a pocos ya presentarte cosas conocidas, pero a los 3:32 es lo que me dejo en coma auditivo, porque fue una cambio completo de ambiente para regresar al riff inicial y cerrar más metaleros y recargados. Porque de ahí con la canción final “My Name Is Night” de corte más lento, se hace las cosas más sencillas de digerir para la anterior canción, porque la decima si es de aquellas que te atropella en los tempos y ritmos, y por eso está onceava canción relaja el golpe para despedir este “Halo” de Amorphis.
Febrero esta hecho un mes interesantísimo a nivel general, Voivod se produjo un disco de grosas magnitudes, luego Immolation sigue con es intensidad difícil de explicar en su música, pero con mucha genialidad. Y ahora Amorphis presenta otra epopeya a su discografía, sin bajar el nivel, y, por el contrario, te hace olvidar lo que paso en sus dos anteriores producciones y te dice, estamos más metaleros que nunca con este “Halo”. Usaré una palabra que hace mucho no usaba en la música de Amorphis, creo que, desde los 90s. Regresaron completamente devastadores, y en el sentido metalero, porque están en la cúspide de su carrera, y no se que más puede venir después. Pero es Amorphis, y siempre será genial verlos y escucharlos.
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