28 de Enero del 2022 | |
Reino Unido | |
InsideOut Music |
|
Progressive Rock |
Muchas veces hacer una crítica de una banda de bastante trayectoria como Jethro Tull, es pensar en muchos discos y hacer una verborrea escrita de muchas cosas que pasaron, que no pasaron o que seguirán pasando en la carrera discográfica de la banda. Entonces, el sentido de hacer eso es equivocado, porque hablar lo que muchas páginas hablan, cambian o traducen mal de Wikipedia, pues es algo sin sentido. Porque si se quiere hablar de la banda en 4 o 5 párrafos, es mejor direccionar esa idea a un artículo más pomposo o nutrido de información que sirva de anclaje en el mundo. Pero para una crítica o reseña, pues no es viable, porque se tiene una producción de una banda que tiene más de 20 álbumes, sencillos interminables y ni que decir de entrada y salida de músicos en la alineación, ósea, indagar eso en una crítica es insulso y sin sentido. Por eso es que me fijaré directamente en lo que pasa en este “The Zealot Gene”.
Jethro Tull es un titan del mundo progresivo a nivel mundial, y este “The Zealot Gene” siempre es un disco que levanta polvo cada vez que se escucha. Donde acoto una idea interesante que me comentaron acerca de estas mayestáticas bandas de rock progresivo como Pink Floyd, Yes, Frank Zappa y Jethro Tull. Aunque pasen los años, y puedas escuchar muchas cosas pasadas o conocidas en la música de estas bandas, estos músicos saben como encontrar el camino de hacer de su música interesante de escuchar, y acá va la frase; “todas estas bandas viven en gracia del conocimiento musical”, porque a pesar de tener cosas conocidas, existen momentos de que ellos mismo se alejan y comienzan a mutar con más cosas dentro de su música y sobrepasar a bandas modernas de rock o metal progresivo, y este es el caso de “The Zealot Gene” de Jethro Tull, porque logra ese objetivo con esa gracia progresiva divina que solo vas a escuchar en esta banda.
La música de Jethro Tull es una de las primeras en haber flirteado con lo folclórico celta en los 60s con esa flauta dulce, y “Mrs. Tibbets” sigue esa tradición desde el inicio, pero dentro de este tema, el detalle llamativo de toda esta canción es que ellos basan los ritmos principales al primer sonido de la flauta y de ahí crear armónicos con el teclado, y solo añadirle algo de psicodelia o detalles más sinfónicos para que sea pomposo de escuchar, y ese juego es impresionante. Además, desde que inicias la canción sientes una narrativa lirica oscura que se apega a cualquier guion de las películas de stop motion de Tim Burton o la película de Henry Sellick “Coraline” (2009), porque si escuchan detalladamente esta idea y luego lo que Bruno Coulais en todas las canciones de la película, tienen ese sabor Jethro Tull de misterio, progresivas y tenebrosas por muchos momentos.
“Jacobs Tale” es música sabrosa desde la armónica, y nuevamente la narrativa lirica es la que se lleva los aplausos, porque te hacen crear imágenes, colores y sentir olores de las situaciones o peripecias que tiene Jacob y con solo guitarras acústicas todo se crea complejo y con muchos mundos para conectarse con “Mine is The Mountain”. Con teclado más oscuro y de mucha pena en el corazón, y es aquí que dentro de la biografía que el autor dice “muchas canciones fueran creadas con vasos de whisky”, y eso es lo que vas a sentir, momentos de tirar los papeles, pegado a la fogata y estar con un piano todo el tiempo para crear esa oscuridad y misterio que dan los trastornos mentales en el momento de quedarse solo. Luego continuamos con “The Zealot Gene”, la que da titulo al álbum, pero al mismo tiempo es la más envasada en ideas conocidas de Jethro Tull y donde la narrativa de la canción es la que se lleva todos los aplausos nuevamente, porque demuestra todo ese concepto oscuro.
“Shoshana Sleeping” es quizá la mejor canción de todo el álbum, con todos los menjunjes que debe de tener una banda de rock progresivo como Jethro Tull, y la flauta juega un rol importante, porque es la que da vida a todos los ambientes y de como se conectan con solillos y arreglos de bajos que tienen más presencia en todos los instrumentos, y la batería de Scott Hammond solo desborda notas fantasmas con la tarola para que una maquina no pueda igualar ese sentido, y no olvidar del tremendo video en stop motion. De ahí “Sad City Sisters”, “Barren Beth, Wild Desert John”, “The Betrayal Of Joshua Kynde” y “Where Did Saturday Go?” se embarran con más detalles celtas en las notas y esa idea psicodélica de los 70s que tuvo la banda, y la voz de Ian Anderson comienza a tener esa madurez sensacional que una voz debe de tener, y de ahí los encajes entre guitarras de Joe Parrish y flauta son impresionantes, sin olvidar que los golpes de teclado John O'Hara y disonancia de los tres instrumentos al unisonó por momentos es impresionante. Porque abarcan notas altas, medias y bajas en segundos, y esos armónicos muchas veces son difíciles de asociar si hablamos de que un instrumento de viento, cuerda y ruido, están inmiscuidos.
Llegando al final tenemos “Three Loves, Three”, “In Brief Visitation” y “The Fisherman of Ephesus” que cierran la idea progresiva, celta y de misteriosa narrativa de manera impresionante. Donde lo más llamativo de este “The Zealot Gene” de Jethro Tull, no viene a ser el grado de mixtura de los instrumentos o las partes progresivas que pueda tener el álbum, o todo ese ambiente celta y folclórico de hermosas y dulces sintonías, olores y sabores. Sino la voz de Ian Anderson, quien a través de la narrativa lirica de todo crea universos, mundos, misterios, oscuridad y muchas cosas más que se apegan a sus tonalidades de sus cuerdas vocales. Todo un placer escuchar este álbum número 22 de esta banda inglesa, que tuvo una espera de 19 años para ser lanzado, pero vale la pena en todo sentido.
Páginas Oficiales: